Comerciantes del primer cuadro de Cuernavaca, pierden clientes y tienen que hacer esfuerzos y gastos adicionales, muy elevados, para desafiar el desabasto de agua potable en la ciudad.
La negación de algunos de sus servicios, la compra de pipas y de garrafones de agua, e incluso, la pérdida de su clientela, son unos de los factores a los que se enfrentan día con día estos comerciantes.
Óscar Tejeda, empleado del restaurante Casa Hidalgo, manifestó que esta situación ya los tiene “bastante agotados”, y que se han visto en la necesidad de comprar ocho pipas cada semana, gastando un aproximado de más de $10,000, “no todas las pipas cuestan lo mismo, si la queremos de manera urgente nos sale en $1,500 y si es con anticipación en $1,000”, explicó al referirse sobre la variación de los gastos que se hacen.
Pero, no todos los comerciantes cuentan con el mismo recurso para adquirir este tipo de servicio, pues varios locatarios han optado por traer agua desde sus casas o, en circunstancias más críticas, la compra de garrafones de agua purificada.
“Todos los días nos están trayendo bidones de agua en un carro. Al momento que llega, nosotras tenemos que ir corriendo a cargar los bidones y a cruzar todo el Zócalo porque sin eso aquí no se puede trabajar”, expresó Daysi Mendoza, encargada de una refresquería ubicada en el lugar.
Mendoza también manifestó que las jornadas laborales que están teniendo “se están haciendo cada vez más pesadas por la misma situación” debido a que “acarrear agua todos los días es un trabajo muy pesado para nostras”.
Otro de los temas que manifestaron dichos establecimientos fue el problema que tienen con el uso del sanitario, ya que los han puesto fuera de servicio y, por ende, muchos de sus clientes se han disgustado y ya no han regresado, “Aquí tuvimos que cerrar los baños porque ni para nosotros había agua y, pues, muchos de los clientes se molestaron, no es posible que estemos pagando el agua y aparte tengamos que buscar el agua por otro lado”, comentó otro de los locatarios.
De acuerdo con los testimonios, ninguno de los negocios ha recibido respuesta o notificación alguna por parte de las autoridades correspondientes y temen a que esta situación se vuelva algo normal o que terminen cerrando por demasiados gastos adicionales.
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